"………Reconocer a la realidad significa algo mas que conocerla. Exige saber ubicarse en el momento histórico que se vive, el cual es una forma de asombro que obliga a colocarse en un umbral desde el cual poder mirar, no solamente para contemplar sino también para actuar; la utopía, antes que nada, es la tensión del presente…"
Hugo Zemelman


Cuando uno visita aquellos lugares campesinos con los siempre ha tenido contacto, es relativamente fácil hacerse una idea de las modificaciones que van ocurriendo entre viaje y viaje. En el caso particular, visitar Lolol todos los años significa para mi no solo encontrar a la familia sino también darse cuenta de cual es la situación que viven los campesinos hoy en día.
La comuna de Lolol en la provincia de Colchagua hasta hace poco estaba considerada como un de las mas pobres del país. Pero, de un tiempo a esta parte a experimentado una serie de cambios en su estilo de vida donde convive lo tradicional con lo moderno.
Hace un tiempo cuando el viajero cruzaba la cuesta de la lajuela desde Santa Cruz enfilando hacia lolol , se encontraba con un escenario dominado por espinos, ovejas, y trigo fundamentalmente. Con el paso de los años, este sector se ha incorporado a la llamada “ruta del vino” producto de la gran cantidad de viñas que han extendido sus plantaciones hasta bien adentro de la cordillera de la costa. Esta situación ha traído consigo, si duda, la posibilidad que lolol y muchos sectores aledaños vivan hoy de cara hacia las grandes ciudades, de que, sea mucho mas conocido, de que se incorpore a las labores propias de la industria agrícola, transformándose la mayoría de los pequeños campesinos en obreros, que son trasladados a las faenas de las viñas. Lugar donde han podido obtener trabajo durante la mayoría del año lo que puede representar a primera vista un gran avance en materia de seguridad laboral para los campesinos, no obstante, es necesario señalar que esto también ha implicado, en algunos casos, la perdida de la condición de campesino para muchas personas, A saber, ha involucrado desprenderse de la tierra, ubicarse en poblaciones rurales con casas al puro estilo urbano y lo que es peor urbano, pero llenas de precariedad ,estas poblaciones aglutinan a los campesinos bajo la excusa de la modernidad que involucra la energía eléctrica y el agua potable, reduciendo su espacio vital a 50 mts. cuadrados ”pegados” a un vecino y lo peor es que no pocos han vendido sus pequeñas propiedades para incorporarse a dicha modernidad. Entonces aquellas casas de adobe, corredores y teja ya no forman parte de la tradicional manera que los campesinos construían su casa con vida “de patio”, bajo el parrón, ahora esta siendo reservada solo para las grandes casonas de los administradores de las viñas, quienes si construyen al usanza tradicional. En otras palabras, algo así como “respetamos lo campesino pero sin los campesinos”.
El obrero agrícola se traslada grandes distancias por 10 o 12 mil pesos diarios de lunes a sábado, perdiendo la posibilidad de desarrollar su propio proyecto vital. Algo que para los santiaguinos seguramente no debe ser ninguna novedad, El pago del agua y la luz lo obligan en no pocos casos a dejar de lado su huerto familiar, por otras parte, sus tierras esas mismas que le dijeron que no valían nada fueron compradas por sus mismos empleadores.


Frente a lo anterior es obvio e indesmentible aquella vieja máxima que NO EXISTE CAMPESINO SIN TIERRA, por lo tanto, vemos como esa condición se pierde día a día. No estamos diciendo que el campesino debiera estar amarrado a un pasado de precariedad y pobreza y de espalda a lo moderno, ya que cualquier lector podría sentir que es eso lo que se persigue. Por el contrario lo que señalamos que se está perdiendo es la posibilidad, la libertad de construir su cultura, su vida para dar paso a una proletarización que no necesariamente va a involucrar desarrollo en un sentido integral. Es triste ver como avanza la monopropiedad de la tierra, como el campesino es sacado de su entorno reducido y condenado a modernizarse, pagando cuentas y a trabajar exclusivamente para otros y no para si. Es cierto, hoy podemos observar restaurantes, un bello teleférico, hermosas casas pero ¿quienes las disfruta.?
Me tocó observar como de un plumazo cerca de quince maquinas enormes preparaban un terreno para la plantación de olivos, la inversión que se observaba era enorme, por que involucró arrancar viñas que habían sido puestas reciente mente. Seguramente las fluctuaciones del mercado indicaban que este es el momento de los olivos y no las viñas, al mismo tiempo un joven empresario que provee de mano de obra, me indicaba que el problema era que el olivo no aseguraba trabajo para todo el año, lo que sumaba la incertidumbre para los trabajadores.
En definitiva observe como a pasos agigantados se le quita terreno a la condición de sujeto de muchos campesinos, como se les proletariza y precariza su condición cultural bajo la excusa y el brillo de las luces de la modernidad, la misma que en otros sectores ya demostró su salvajismo.

Joel Díaz Acevedo
Verano 2008


0 comentarios: